Diario De Sancho Panza
Yo soy Sancho, el fiel escudero de Don Quijote,
y en este blog les cuento todas las aventuras
que pase con mi amo. Son muy interesantes.
Espero que les guste!
domingo, 12 de junio de 2011
capitulos 34- 36
Pero bueno se fueron acercando cada ves mas las carrocerías que vimos, una de ellas era muy extraña, se veía como una silueta rara con la cara desgarrada y cuando se acerco mas decía ser Merlín el encantador,el cual se conmovió al ver a Dulcinea convertida en rústica aldeana y decidió que la única y exclusiva manera de que Dulcinea volviese a tener la misma belleza que antes, yo tendría que darme tres mil trescientas o algo así de azotes en las pasadoras, la verdad que no tengo comentarios con respecto a esto, yo ya había hecho demasiado por mi amo. A demás yo no tenia ningún interes en que Dulcinea volviera a su estado normal. Aun así me dolía un poco ver a mi amo triste por todo lo que le había pasado a Dulcinea, algo de cariño le tengo yo a este señor después de todo, aun así no el suficiente para hacer eso por el, entonces decidí decirle que como era Don Quijote el interesado que se diera el los tres mil no se cuantos azotes. Ademas yo no tenia la culpa de lo que había sufrido la señorita Dulcinea. Después de toda esta discusión y yo ya casi haberme librado de esos azotes, intervino el Duque diciendo que si yo no me daba los azotes por Don Quijote entonces el no debía darme mi ínsula, ahí si se metieron conmigo, y ya tenia que ver con mis cosas. Pero Dios mio no entiendo por que tengo que sufrir y luchar tanto por mi ínsula yo ya he hecho demasiado por mi amo, pero bueno que queda, tampoco iba a perder mi ínsula después de todo lo que ya había hecho por unos cuantos azotes, que después de todo quien sabe, no son nada comparados con todo lo que ya he pasado con mi amo por esa ínsula. Pero bueno al día siguiente decidi ir a buscar a la Duquesa, cuando la encontre le dije que yo ya me habia dado unos cuantos golpes, ya que a pesar de mi insula yo consideraba que era injusto que yo recibiera todos esos azotes. Y aun asi la Duquesa ignoro lo que le dije, y me dijo que tenia que azotarme o no tenia nada a cambio. Ni yo ni Don Quijote, ni Dulcinea. Pense que seria buena idea enseñarle a la Duquesa mi carta, la que le habia escrito a mi esposa contandole todo acerca de que pronto iria a gobernar mi insula. En la tarde estabamos comiendo en el jardin, despues de todo me gustaba estar en este lugar, al menos hay comida. Cuando de repente vimos que se acercaba un obre que se decia llamar Trifaldi o algo asi le entendi. Nos dijo que era el escudero de la condesa Trifaldi y nos dijo que la condesa estaba esperando afuera por que queria hablar con Don Quijote, pero en realidad despues nos dimos cuenta que en relidad era el mayordomo del que se habia hecho pasar por Merlin, el que venia en el carro raro. Aun asi nos convencio, o los convencio a ellos de que la condensa esa Trifaldi estaba afuera y queria hablar con mi amo, entonces ellos dijeron que estaba bien que pasara...
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